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Foto del escritorGerard Zamora Jiménez

Desconexión con Ven Acá Pacá, una experiencia cultural en Pozoblanco

Actualizado: 14 ago


Llevaba meses esperando esta escapada. Mi amiga Carmen, compañera del máster, es de Pozoblanco, un pueblo cordobés. Durante este gran año que hemos compartido prácticamente una vida diaria, una de nuestras fechas marcadas en el calendario con subrayador era esta segunda semana de agosto, en la cual el colectivo cultural del que forma parte, Ven Acá Pacá, organiza cada año unos encuentros culturales. En esta ocasión, el territorio y algunos materiales relacionados con prácticas tradicionales del campo, como es el uso de la lana, fueron los protagonistas de la edición.


Pues bien, después de pasar una mañana haciendo de puro “turista” en Córdoba —es decir, viendo la mezquita y el casco antiguo— junto a Alba, mi gran compañera de aventuras en Madrid este último año, cogemos un bus hacia Pozoblanco para reunirnos después de un mes sin vernos con nuestro querido grupillo del máster: Carmen, Elisenda y Cris. Un mes que, por otra parte, ha parecido un año. Después de unas horas instalándonos, nuestra primera parada fue la inauguración de la exposición Mover los paisajes, comisariada por nuestra amiga Carmen Sánchez junto a Juan de la Cruz, del colectivo Alpaca, en la que las obras de Susana Jiménez Carmona, Lara Salous, Irene Infantes y Julio Linares, cada una a su manera, creaban una reflexión del territorio a través del material textil, siendo la lana clara protagonista. 


Inauguración de la exposición Mover los paisajes, Casa de la Viga, Pozoblanco.


Ya para el segundo día, de nuevo hacia la media tarde noche —debido al calor—, nos juntamos con muchas de las personas presentes en la exposición del día anterior, gente con la cual compartiremos varios espacios durante estos días disfrutando del ambiente cultural creado en Pozoblanco. En esta ocasión, en un pequeño anfiteatro exterior, la gente de Ven Acá Pacá nos trae el corto de Luna Herruzo, El gran dilema, y el largometraje On the go, de Julia de Castro y María Gisèle Royo. Disfrutar de la alternativa y arriesgada propuesta del film con el airecito y el buen clima que se respiraba la verdad que hizo de este cine de verano algo muy placentero.


Cine de verano en el anfiteatro Aurelio Teno, Pozoblanco.


Pero es en el tercer día de esta aventura cuando experimentamos una de las experiencias que más me ha hecho reflexionar. La idea principal era dirigirnos a una gran explanada en la cual disfrutar de un cielo estrellado, junto con la instalación multisensorial que combinaba la escenografía de Vero Torres y Juan Antonio Moreno y la música ambient tanto de David Cordero como del dúo Löwk, creando así un espacio idílico para vivir la experiencia. El texto que ahora sigue fue escrito en ese mismo momento: 


“Nos encaminamos en dos coches hacia un prado precioso, justo cuando el sol empieza a caer. Llegamos y nos espera un set preparado por el colectivo con la intención de hacernos conectar con aquello que nos rodea y que muchas veces ignoramos, no siempre conscientemente:  la naturaleza. Sacamos de nuestra totebag tres pareos y los situamos en el suelo. Nos estiramos y empezamos a desconectar, o al menos a situarnos en un espacio que no nos es usual.


Vivimos en una sociedad que impone ciertos ritmos, eso está claro. No voy a juzgar si éstos son buenos, malos o regulares, pero podemos estar de acuerdo que son frenéticos. Estás de vacaciones, sí, pero sigues atendiendo llamadas de tu superior, pensando en lo que tienes que hacer al volver… En definitiva, estás viviendo en un futuro sin ser consciente de ello, sin atender al presente. De pronto, estirado en uno de los pareos, un cielo estrellado se presenta ante nosotros. Durante cuatro horas, nuestra única tarea es disfrutar de ese paisaje acompañado de una música ambient que nos ayuda a dar ese empujón. Aun así, pocos de los presentes somos capaces de, literalmente, no hacer nada. Yo mismo estoy escribiendo este texto en este mismo momento. También se podría mirar que la escritura, al menos como la experimento yo, es también vivir este presente, intentar agarrar a través de la letra este instante. 


Disfrutar este momento de esta manera me hace reflexionar: ¿Será que soy incapaz de ser improductivo durante cuatro horas? ¿O es que para mí esta forma es realmente cómo disfruto de estos momentos? Enfocarme en escribir sobre esto me obliga a estar más atento a lo que pasa. A observar las conversaciones que surgen alrededor, a oír cómo la gente está apreciando esta experiencia, aunque en el fondo se le esté haciendo larga. Al fin y al cabo, viendo trescientos Tik-Tok por segundo, es difícil atender un mismo motivo durante cuatro horas. Desconecto conectando con este momento a través de la escritura desde un bloc de notas del IPhone. Un poco irónico, ¿verdad? ¿Será verdad que ya es imposible desconectar? 


Al menos Ven Acá Pacá, con esta instalación multisensorial en la que olfato, vista, oído y tacto se unen -sí, la hierba pincha y las hormigas me utilizan de suelo-,  está intentando llegar a eso, a esa desconexión. Incluso el gusto aparece con la cerveza que me han ofrecido. Pero sin duda lo que más me invade es esta sensación de calidez de sentirse en familia con gente que hace un año ni conocía y con gente que básicamente acabo de conocer en el pueblo. Quizás sea este uno de los valores positivos que podemos encontrar en el ritmo frenético contemporáneo: estar tan acostumbrados a esa velocidad que somos capaces de crear una familia en muy poco tiempo.”


Set musical de la sesión de ambient - perseidas organizado en los merenderos del campo de golf, Pozoblanco.


Para acabar, Ven Acá Pacá propuso un viaje en el tiempo a través de la música. En la Peña Flamenca Agustín Fernández, de Pozoblanco, Perrate, a través de su música flamenca con claro acento sevillano, pasó por varios registros que indagaban en sus raíces desde la cultura gitana. En este viaje por cultura y música, Andrea Santalusía cogió el relevo para enseñarnos una variante mucho más contemporánea al tradicionalismo de Perrate, en el que ritmos más electrónicos del hip hop, del trap y de la música urbana en general se unían a esas raíces que encarnan los ritmos flamencos. Nuestra última parada ya fue en la Sala Wong, en la que Ven Acá Pacá organizó su tradicional fiesta electrónica con la música techno de los dj 's Arque, Tanzabend, Baldman y Mrtnz. 


Actuación de Perrate en la Peña Flamenca Agustín Fernández, Pozoblanco.


Sin duda, esta última actividad puso la guinda perfecta a unos encuentros culturales llenos de cultura, de tradición, de pueblo, pero también de presente, de actualidad, de reflexiones, de nuevos encuentros y reencuentros. Los encuentros culturales Ven Acá Pacá representan esa voluntad de desmitificar esa “exocitidad” de los pueblos, tan común, sobre todo, en los prejuicios de la gente de las grandes ciudades —yo incluido—. El arte contemporáneo sirve entonces como una herramienta de reflexión sobre nuestra conexión con la naturaleza, sobre cómo nos relacionamos con esas prácticas tradicionales que en los grandes núcleos hemos dejado atrás y en cómo se puede rehabitar o repensar un pueblo desde la cultura y las prácticas contemporáneas. ¿Acaso no haría falta reflexionar si, quizás, estamos yendo demasiado rápidos con estos procesos de tecnologización? ¿Qué dejamos atrás cuando somos víctimas de esos procesos de colonización desarrollados por la globalización? ¿Qué encuentros y qué gente podemos juntar gracias a las prácticas contemporáneas? ¿Es realmente el arte una herramienta de acción activa en nuestra sociedad?






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