Arranca una nueva edición de ARCO, la primera para mí, y, como no, debía escribir sobre ello en esta nueva etapa madrileña que estoy viviendo. Sí, en mis 23 ya años de vida, cinco ya invertidos en el mundo del arte, no había tenido la oportunidad de explorar esta gran feria, una de las más importantes a nivel internacional y, sin duda, la feria de arte contemporáneo más importante de España.
Excusatio non petita, accusatio manifesta: Como veis —y leéis—, a diferencia de otros textos, estoy ensimismado en el yo y en el mí, y es que este escrito lo voy a enfocar, apropiándome del lema de Baudelaire, de forma parcial, apasionada y política. Parcial porque voy a hablar de una selección de galerías, de obras y de artistas que por gusto, tiempo y espacio he podido experimentar; apasionada porque hablaré únicamente de aquellas que me han llamado la atención y se corresponden a mis gustos personales; y política porque tengo claro que mis ideales político-sociales y mi gusto por el arte que se refiere a ellos, que hace despertar esa conciencia crítica en el visitante, es lo que más me interesa, y a lo que más me voy a referir en esta reflexión, review, o simplemente relato personal, llamadlo como queráis.
Dicho esto, haremos un recorrido por varias galerías que he podido ver y que me han llamado la atención. Igual que la experiencia de ARCO, ésta será tanto larga como intensa, pero espero así transmitiros, sobre todo a aquellos que no habéis podido ir, una experiencia similar a la vivida, donde el cansancio y el síndrome de Stenhall, en el cual quedas entre abrumado y empachado de arte, están a la orden del día.
Praise Shadows Art Gallery
En mi primer encuentro con la feria, después de haber visitado a la gran familia de A*DESK y a mi querida María, me sumergí en una explicación de la Praise Shadows Art Gallery, estand el cual está incluido en una gran construcción donde madera y tela se unen para hacer una estructura entre lo teatral y el diseño más orgánico. Joiri Minaya estaba explicando su obra: una performance que se centraba en el gesto del cabello y del cuerpo para impregnar una tela de negro, con sus largas trenzas. La obra no solo reflexiona sobre el propio gesto, ese de tirarte el cabello para atrás después de salir del agua, algo que nos ha enamorado a todos alguna vez; sino también lo que significa hacerlo desde unas trenzas juzgadas y apropiadas por la sociedad a partes iguales. Es así como este gesto se convierte en reivindicación y poética, y deja esa marca negra en la tela blanca que se posa sobre la exposición.
Karen Huber
La pintura de Yann Leto me llamó mucho la atención. Con un estilo parecido al figurativo ochentero de la vanguardia artística, donde figuración y pintura vuelven con fuerza al circuito del arte, Yann construye dos escenas que, sin a priori parecerse entre sí, crean un diálogo interesante. En una de las telas se puede ver una escena que se podría ubicar en una especie de cabaret, en la cual una mujer fotografía a otra mientras vemos a un hombre al fondo mirando directamente a la chica, que, en este caso, coincide con el punto de vista del espectador. El juego de espejos y la situación de “la protagonista” nos lleva a la fórmula de Las Meninas de Velázquez, que Yann traslada a la contemporaneidad. Pero lo que más me llama la atención es la cierta sonrisa falsa y mirada incómoda de la protagonista posando: ¿Está incómoda por la cámara? ¿Por el hombre que la mira en el fondo? ¿O simplemente está haciendo morritos y yo me estoy imaginando cosas?
Por otra parte, este ambiente “festivo” se contrapone totalmente al ambiente de la siguiente escena. Esas mujeres contra el muro, que parecen adentrarse en él, esa mujer que consigue escalarlo, esa muchedumbre en el suelo, entre pelando y revolcándose… ¿Están deteniendo a la gente por pintar un grafiti? Sea lo que sea, el ambiente del cuadro nos lleva a una sensación extraña, que lleva a cierta imagen distópica. Miro hacia esas personas que están evitando que otras crucen al interior de la roca, y esas condenadas a cruzarla, menos una que consigue escalarla, o al menos lo intenta: ¿Están huyendo de algo? ¿Quizás de las presiones del mundo contemporáneo? ¿O son aquellas inducidas a la roca las que sucumben a ese destino?
Ruth Benzacar
Posiblemente la obra de Ana Gallardo en Ruth Benzacar sea una de las más interesantes, precisamente por ir claramente contra el mercado, o ponerlo en cuestión. La producción de Ana se caracteriza por no ser vendible ni mercantilizada. En este caso, presenta un audio donde relata el currículum laboral realizado en paralelo a su práctica artística. Así, la precariedad del artista y la reflexión sobre la mercantilización de la cultura se sitúan como el eje central de la obra.
Mayoral
La galería muestra su gran colección y, en este caso, se enfoca en la exposición de grandes figuras ya históricas del arte español. La disposición de Millares, Barceló, Chillida, Tàpies o Miró crea un gran relato de lo que es el Informalismo y la tendencia vanguardista del arte español de segunda mitad del siglo XX, que se complementa con la pequeña salita dedicada a la poesía visual de Eulalia Grau, componiendo un conjunto que reflexiona sobre el lenguaje del propio arte desde la mano española.
Helga de Alvear
Tres artistas de la galería Helga de Alvear, bastante diferentes entre sí —sobre todo en su estética—, me han maravillado. La erótica de Jurgen Klauke se refleja en sus tintas creando imaginarios y formas desvinculadas de la mirada erótica tradicional, en la cual la sexualidad se ve más como creación y juego que provocación.
Kev —del colectivo Elmgreen and Dragset—, el niño desplomado en el césped raqueta en mano, rodeado por una cinta que puede parecer un precinto —lo que haría que estuviésemos presenciando una serie de asesinato—, despierta en mí una reflexión sobre las presiones que se ejercen hoy en día sobre los jóvenes. Ya sea en el deporte, como podría explicitar la obra, pero también a través de las redes en la era digital actual, se proyectan unos cánones inalcanzables que educan una sociedad constantemente frustrada, y que podría verse reflejado en Kev. También la obra podría reflexionar sobre la curiosidad humana, cómo nos acercamos a eso de forma “cotilla”, y cómo nos sentimos cómodos desde nuestra posición pasiva de espectador, sin actuar sobre ello.
Por último, el delirio estético que me provoca la fotografía de Isaac Julien es increíble, y encuentro cierto parecido con artistas como David LaChapelle. Una escena clásica del ejercicio pictórico, el retrato del modelo natural, se describe fotográficamente por el artista. El modelo principal que se ubica en el centro, un modelo negro, es lo que justamente rompe tanto con el color blanco que impera en la composición como con el canon y la tradicionalidad a la que hace referencia toda la escena.
José de la mano
El arte homosexual de claro tinte erótico de la galería se representa con grandes obras de artistas ya históricos, como el componente de Zaj Juan Hidalgo, u otros artistas como Roberto González, Juan Carrero y Carlos Fons, que a través de sus obras nos dan la bienvenida a la escultura y la instalación dedicada a una obra que vuelve a ARCO: Manuel. Del artista Rodrigo Muñoz, ha sido sin duda La Obra —con mayúsculas— que ha causado la sensación de este ARCO 2024. En ella no solo se encuentra la espectacularidad que normalmente emana de una escultura hiperrealista, sino que la emotividad que desprende, los dos cuerpos unidos en uno, mostrando ese amor de Rodrigo por Manuel, y el acompañamiento de todos los bocetos, las fotografías, y el cómic dedicado a ese amor, hace del espacio y la obra algo único.
Fernando Pradilla
Nos da la bienvenida al estand la obra Yuyu, de Marina Vargas, acompañada de dos lienzos donde se representan una especie de figuras mitológicas sobre las cuales, tanto por el color como por las representaciones que vemos en cada circunferencia que componen el collage, intuimos una clara alusión a la representación sexual femenina. Sin duda, el conjunto muestra un empoderamiento femenino desprendido por la autora, donde el imaginario icónico del mito es apropiado para su resignificación.
Enfrente encontramos una máquina de coser que se acompaña de un vídeo y un gran clip en la pared. Mil ataduras, de Beth Moysés, reflexiona sobre esa multidisciplinariedad del artista a través de tres medios, donde el tejido de la máquina de coser se desborda y acaba llenando tanto la mesita de la máquina como el propio suelo.
Laveronica Arte Contemporáneo
Las obras de Daniela Ortiz y Alejandra Hernández, una desde un imaginario más “dulce”, y la otra con algo más de crítica, reflexionan tanto sobre el nexo entre naturaleza y sexualidad femenina, que siempre ha sido algo presente en la mitología y la mística del imaginario colectivo, como sobre el papel y la situación de la inmigración. Véase la gran frase, en el fondo de la sala, donde se lee: “española, blanca y de clase media”, tapada parcialmente por unas “matrioshkas” que representan diferentes mujeres de varios lugares, así como un vídeo donde Daniela Ortiz, embarazada, intercambia lazos de sangre —literalmente a través de la donación de sangre— mientras lanza un contundente mensaje activista sobre la inmigración. En cambio, las pinturas muestran una mística y un imaginario que nos conecta con un pensamiento más "hippie", y dan a la exposición ese contraste que, contra menos, es interesante.
Rocíosantacruz
Se forma una tríada en esta sala de tres figuras ya históricas en el arte femenino: Pilar Aymerich, Colita y Orlan. Las fotografías de Aymerich y Colita, claves para testimoniar las manifestaciones que reivindicaron los derechos de la mujer en la sociedad catalana, española, e incluso internacional durante las tres últimas décadas del s. XX, debían ser recuperadas actualmente en un momento donde esos esfuerzos, aunque a pasitos cortos, están recogiendo sus frutos. De igual manera Orlan, que utiliza su propio cuerpo para reflexionar sobre la idea de la estética del canon femenino a través de operaciones quirúrgicas, en la obra presente en la exposición se fusiona con la figura de Maruja Mallo, otra artista de la vanguardia histórica que está siendo recuperada y puesta en valor en la actualidad.
Carlos Carvalho Arte Contemporánea
Ver una figura de una persona con un cubo en la cabeza puede desconcertar a cualquiera, a no ser que te encuentres en una feria de arte contemporáneo. Es así como Noé Sendas emplaza su obra apoyada en una de las esquinas: una persona con un cubo en la cabeza —no os asustéis, que no se mueve— que reflexiona sobre el cuerpo no solo como material físico, sino también teórico.
En un espacio separado, se encuentra la obra de Mónica de Miranda, The Island, donde un conjunto de fotografías recoge lo que parece ser una especie de isla amazónica en la cual naturaleza y persona se encuentran de una forma más orgánica, compartiendo espacio y esencia. Esas muchachas con la boina roja —que recuerda a la del Che Guevara— también añaden un toque militar, e incluso político, a la población de esta isla.
Prometeo Gallery Ida Pisani
Las obras de Regina José Galindo y Abramovic, figuras ya históricas de la performance, muestran el arte de esa mujer reivindicativa y provocadora, aquella que no se calla y que denuncia a través de la acción los desastres y abusos de la sociedad.
Al fondo de la sala, también destaca una fotografía que muestra el gran proyecto de Santiago Sierra, donde los cimientos de la institución artística son los protagonistas. Todas las obras crean una amalgama que juegan con esos límites del arte, tanto en su espacio como en sus protagonistas habituales.
House of Chapaz
El humor ácido e irónico puebla la galería House of Chapaz. Empotrado a la pared, encontramos una especie de cartel que reflexiona sobre el “esperado” papel que debe desempeñar el hombre para resolver ciertas situaciones, en este caso, una escena de acción. Temas como la masculinidad frágil, o el papel otorgado al hombre en el cine, salen a la luz.
Cristina Guerra Contemporary Art
El Trouble in Paradise de Joao Pedro y Nuno Alexandre se proyecta como un gran poster en el cual los artistas construyen su paraíso imaginario. Sin duda, un paraíso lleno de referencias que, según muchas miradas, aún sigue siendo problemático, pero que a mí me ha fascinado.
Perrotin
Las pinturas de Cristina Banban logran yuxtaponer dos conceptos interesantes: por una parte, la artificialidad de la pintura, de la representación, se hace patente con la gran mancha, esa pasta pictórica, que muestra el lienzo; sin embargo, los cuerpos que muestran son de una naturalidad inmensa, alejándose del canon estético y mostrando unos cuerpos “alcanzables”, naturales.
Adentrándonos un poco más en el estand, encontramos una obra que me ha llamado la atención por su plasticidad. La fotografía de Sophie Calle muestra la textura del cartón a través de la imagen fotográfica. Esta plasticidad del material se activa gracias al movimiento de lo que parece ser un cuerpo hundido en este material. Podría ser una de las "mujeres torero" de Picasso, a la cual se hace referencia en el título que acompaña al cartón, y que hace referencia a una de las obras del artista; o podría haber condensado esa misma pintura en el interior del cartón, ofreciendo justamente la textura exterior de una acción que no vemos. Sea lo que sea que esté, lo que me cautiva es la reflexión del medio: a través de la fotografía representar esa plasticidad de un material que realmente no vemos, o que no comparte nuestro mismo espacio, pero que sin embargo sentimos.
Eins Gallery
En Eins Gallery podemos sentir a fondo la naturaleza, tanto a través de su sonido, con la amplificación de lo que suena dentro de una concha, como a través de su imagen, radiografiada por unos retratos fotográficos en blanco y negro.
Academia de arte de Roma
En el vídeo y el testimonio textil que cuelga en la sala, Raquel Buj explora el nexo entre humano y naturaleza a través de una vestimenta conformada por una especie de alga. Es así como en el vídeo las personas se mueven por esos territorios, en principio, poblados por el animal, y las conexiones personales, en este caso, se vuelven mucho más naturales.
Diputación de Huelva: Mujeres al fresco
Enrique Riviero —con sus videos— y Clara Carrasco —con sus fotografías— muestran una mirada entrañable hacia uno de los sectores más apreciados y castigados por nuestra sociedad: las abuelas. Esas señoras situadas en una silla en el exterior de su casa, tomando al fresco, que muestra Enrique Riviero, y ese abrazo colectivo que muestra la fotografía de Clara Carrasco, son de una ternura inigualable.
Institut d’Estudis Baleàrics
En su estand, grandes cordones textiles construyen un perímetro de seguridad muy llamativo, que dan la vuelta a la lógica del estand: la comodidad se vuelve dificultad, y la pasividad en interacción.
No-No
La obra de Ana Rebordao, expuesta aquí en tres pantallas que muestran diferentes video-performances de la artista, ha sido una de mis favoritas. Rebordao consigue recuperar ese espíritu de Rosler en Semiotics of the Kitchen, pero, esta vez, con el alimento como principal protagonista. La manipulación y cambio de significado, o la muestra de las relaciones sociales que crea, hace del alimento algo ciertamente perverso en manos de Rebordao, sobre todo gracias a sus escenarios, donde la oscuridad, los negros, las sombras y los rojos predominan esa escena.
Studio Trisorio
La obra de Francesco Vezzoli reformula la imagen tradicional, tanto clásica como contemporánea. En la escultura de busto de un hombre, que nos remite a esa estética clásica, dibuja unas lágrimas con colores arcoíris, seguramente no casuales. En cambio, en la intervención del cartel de la película Cleopatra, con protagonismo de Elizabeth Taylor, la faraona también muestra una lágrima, pero esta vez, en forma de serpiente. Como vemos, dos tipos de lágrimas que, sin embargo, desprenden significados muy diferentes, y ponen en cuestión estos roles atribuidos tanto al imaginario masculino como femenino.
Bombon Projects
Siempre que he ido a esta galería en Barcelona me he encontrado proyectos muy buenos. En este ARCO no ha si,do diferente: la gran obra de Nazario, con esa estética pop trasladada al cómic y al imaginario gay, es provocadora, a la vez que divertida y preciosa. Se contrapone a la obra de Ana Fábregas, sin duda una de las artistas más potentes de la escultura actual nacional, y que en este caso sus esculturas lobulares, con esa rugosidad característica y ese material que las hace contundentes y frágiles a la vez, pueblan tanto el suelo como el muro del estand, como si de una especie de órganos se tratara.
Bruno Múrias
En el centro del estand, matas de pelo cuelgan de diferentes aceros. El dispositivo que crea podría parecerse a las máquinas de coser industriales, donde el hilo corre por grandes engranajes. Al situar el pelo y al tratarse de una artista, Vera Mota, la obra nos lleva a ese ambiente textil que en las primeras fábricas estaba tan poblado por las mujeres, pero también a una reflexión sobre cómo nos hemos mecanizado las personas, convirtiéndonos en parte de este engranaje del dispositivo industrial. Así, el hilo, lo humano y la máquina se unen en un mismo espacio.
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